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cree que es un detective,
y no sabe que lo van a castigar.
Cуmo lograban los haut soportar semejante tortura? Les habrнan modificado las vejigas con operaciones de ingenierнa genйtica para conseguir una capacidad inhumana, ademбs de los otros cambios que se rumoreaban?
Por suerte, antes de que Miles hubiera pensado en dos palabras que rimaran con «Vorob'yev», se levantу el primer gobernador sбtrapa para situarse en el estrado de los oradores. De pronto, Miles se despejу por completo.
Los poemas de los gobernadores de satrapнas eran excelentes, todos compuestos segъn los estilos formales mбs difнciles y, tal como informу Maz a Miles en un susurro, escritos por las mejores hautpoetisas del jardнn Celestial, que oficiaban como autores secretos que recibнan un pago por sus servicios. El rango tiene sus privilegios. Pero a pesar de lo mucho que lo intentу, Miles no detectу dobles sentidos siniestros en los poemas: su sospechoso no pensaba aprovechar ese momento para confesar sus crнmenes delante de todos, advertir a sus enemigos sobre sus intenciones ni cualquier otra posibilidad interesante. A Miles casi le sorprendiу. El lugar en que habнa colocado el cuerpo de Ba Lura parecнa sugerir que lord X tendнa al barroquismo, a pesar de que la simpleza hubiera sido mбs ъtil a sus fines. Sentirнa el complot como un arte? Durante toda la ceremonia, el Emperador habнa estado sentado con expresiуn solemne, serena e imperturbable. Como principal afectado por la tragedia, hizo gestos amables de aceptaciуn y agradecimiento a los gobernadores de satrapнas. Miles se preguntу si Benin habrнa seguido su consejo. Sinceramente, esperaba que hubiera hablado con su seсor.
Y entonces, de pronto, la tortura literaria terminу. Miles contuvo el impulso de aplaudir. Por lo visto Eso-No-Se-Hacнa. El mayordomo saliу al escenario, hizo otro gesto enigmбtico y todos se arrodillaron de nuevo; el Emperador y sus guardias se retiraron, seguidos por las burbujas de las consortes, los gobernadores de satrapнas y sus ghemoficiales. Despuйs, todos los demбs quedaron libres… para ir al baсo inmediatamente, supuso Miles.
Tal vez la raza haut se habнa librado de los significados y las funciones de la sexualidad, pero seguнan siendo lo suficientemente humanos para que el momento de la comida fuera parte de las ceremonias bбsicas de la vida. A la manera cetagandana, por supuesto. Las bandejas de carne venнan transformadas en esculturas florales. Las hortalizas parecнan crustбceos y la fruta, pequeсos animales. Miles mirу pensativo el plato de arroz hervido de la mesa principal. Todos y cada uno de los granos estaban convertidos en un elaborado esquema en espiral… un trabajo hecho a mano, evidentemente. La sorpresa lo dejу momentбneamente helado. Controlу la impresiуn y tratу de concentrarse de nuevo en el asunto que tenнa entre manos.
Los refrescos informales — informales, dentro de los niveles del Jardнn Celestial— se sirvieron en un largo pabellуn abierto hacia el jardнn, donde en ese momento lucнa una tibia luz vespertina que invitaba a la relajaciуn. Las hautladies se habнan ido a otra parte con sus burbujas, tal vez a algъn lugar donde pudieran bajar de las sillas y comer. El grupo barrayarйs fue a parar al mбs exclusivo de los sitios de alimentaciуn pospoesнa que se hubiera dispuesto en el Jardнn Celestial. El emperador en persona se alimentaba en alguna parte de ese elegante edificio. Miles no tenнa la menor idea de cуmo habнa conseguido Vorob'yev que los admitieran allн, pero desde luego el hombre se merecнa una recomendaciуn por entrega al servicio mбs allб de lo que dicta el deber. Era evidente que Maz, con los ojos iluminados, la mano sobre el brazo del embajador de Barrayar, se sentнa en alguna especie de paraнso del sociуlogo.
— Allб vamos — murmurу Vorob'yev y Miles levantу la cabeza. El grupo del haut Este Rond entraba en el pabellуn atestado de gente. Los otros haut, que no sabнan cуmo comportarse con esos intrusos extranjeros, habнan tratado de fingir que los barrayareses eran invisibles. Este Rond no podнa hacerlo. El corpulento gobernador, vestido de blanco, con su ghemgeneral maquillado y uniformado a un lado, se detuvo para saludar a sus vecinos de Barrayar.
Detrбs del ghemgeneral de Rond avanzaba una mujer vestida de blanco, extraсa en esa reuniуn masculina. El cabello rubio, casi plateado, le bajaba por la espalda en una cola con vueltas hasta los tobillos y permanecнa de pie con los ojos bajos, sin hablar. Era mucho mбs vieja que Rian pero ciertamente era haut… Dios… quй bien llevaban los aсos… Seguramente era la esposa del ghemgeneral de Rond… cualquier oficial destinado a tan alto rango planetario habrнa esperado ganar a una hautmujer hacнa ya tiempo.
Maz le estaba haciendo a Miles alguna especie de seсal urgente, un temblor leve y un ЎNo, no! formado con los labios, sin voz. Quй le estaba tratando de decir? La hautesposa no hablaba a menos que le hablaran… Miles nunca habнa visto a nadie que expresara con el lenguaje corporal una reserva tan extraordinaria, una contenciуn tan grande, ni siquiera la haut Rian.
El gobernador Rond y Vorob'yev intercambiaron elaborados saludos y Miles supuso que Rond habнa sido la vнa de entrada a la ceremonia. Vorob'yev terminу su golpe diplomбtico presentando a Miles:
— El teniente muestra un interйs gratificante por los principales aspectos de la cultura cetagandana — dijo y lo recomendу a la atenciуn del gobernador.
El haut Rond asintiу, cordial; por lo visto, cuando Vorob'yev recomendaba a alguien, hasta los hautlores cetagandanos lo tomaban en cuenta.
— Me mandaron a aprender tanto como a servir, seсor. Para mн es un deber y un placer hacerlo… — Miles ofreciу al hautgobernador una ceremoniosa reverencia-. Y debo decir que realmente estoy teniendo experiencias muy educativas. — Procurу que la sonrisa alerta y aguda le diera un doble sentido a sus palabras.
Rond sonriу con frialdad. Pero claro, si Este Rond era lord X, tenнa que ser frнo. Intercambiaron unas palabras mбs sobre la vida diplomбtica, y despuйs, Miles se aventurу a decir:
— Serнa usted tan amable de presentarme al gobernador haut Ilsum Kety, haut Rond?
Una sonrisa con el filo de una hoja de afeitar asomу en los labios de Rond mientras recorrнa la habitaciуn con la vista para buscar a su colega gobernador y superior genйtico.
— Claro, claro, lord Vorkosigan. — Ya que estaba obligado a atender a esos extranjeros, supuso Miles, Rond se alegrarнa de compartir la carga de vergьenza con otros.