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Pero mierda, antes de pasar a mayores ambiciones, habнa que adquirir la monogamia y por ahora no habнa logrado unir ni una sola mujer a su maltrecha persona. Claro que sus tres aсos de operaciones secretas y todo el perнodo confinado en el ambiente masculino de la academia militar habнan limitado sus oportunidades.
Bonita teorнa. Y por quй las mismas condiciones no habнan detenido a Ivбn?
Elena… En el fondo seguнa deseando lo imposible? Miles juraba que no era tan exigente como Ivбn — no podнa permitнrselo-, pero incluso a esa hermosa ghem rubia le faltaba… quй? La inteligencia, el control, el alma de peregrina… Elena habнa elegido a otro, y probablemente habнa hecho bien. Ya era hora de seguir adelante y labrarse su propia suerte. Sin embargo, hubiera deseado que la idea no le pareciera tan difнcil.
Al cabo de un instante se acercу un ghemlord desde el otro extremo de la habitaciуn, deteniйndose aquн y allн. Iba vestido de oscuro y con ropas muy amplias. Era joven, mбs o menos de su misma edad, calculу Miles. Tenнa la cabeza cuadrada, con pуmulos redondos y prominentes. Uno de ellos estaba maquillado con un adorno circular, una calcomanнa, notу Miles, un remolino estilizado de color que identificaba el clan y el rango. Era una versiуn reducida de la pintura que usaban algunos de los cetagandanos en la cara, una moda pasajera que los mayores no veнan con buenos ojos. Habнa venido a rescatar a su dama de las atenciones de Ivбn?
— Lady Gelle — dijo y se inclinу levemente.
— Lord Yenaro — contestу ella con una inclinaciуn de cabeza exactamente calculada, de lo cual Miles dedujo que: 1) ella tenнa un estatus superior al del hombre en la ghemcomunidad y que 2) йl no era el marido ni el hermano… Probablemente Ivбn estaba a salvo.
— Veo que ya descubriу usted a los exуticos galбcticos que estaba buscando — dijo lord Yenaro.
Ella le sonriу. El efecto fue deslumbrante y Miles descubriу que, a pesar de que nunca lo conseguirнa, estaba deseando que ella le sonriera. Lord Yenaro, sin duda inmunizado por una vida de exposiciуn a las ghemladies, parecнa indiferente.
— Lord Yenaro, le presento al teniente lord Ivбn Vorpatril de Barrayar y… y… — La muchacha parpadeу como para indicar a Ivбn que debнa presentar a Miles, un gesto tan preciso e imperativo como si hubiera palmeado a Ivбn con un abanico.
— Mi primo, el teniente lord Miles Vorkosigan. — Ivбn suministrу la informaciуn con suavidad, en el momento justo.
— Alн… Ўlos enviados de Barrayar! — Lord Yenaro se inclinу mбs profundamente. Es un placer.
Miles e Ivбn le devolvieron inclinaciones de cabeza no demasiado exageradas pero correctas. Miles se asegurу de que la suya fuera algo menos marcada que la de su primo, un detalle que probablemente no seria muy evidente desde donde se encontraba Yenaro.
— Tenemos una relaciуn histуrica, usted y yo, lord Vorkosigan — dijo Yenaro-. Antepasados famosos. — El nivel de adrenalina de la sangre de Miles se disparу hacia el infinito. Ah, mierda, es pariente del ghemgeneral Estanis y piensa hacerle algo al hijo de Aral Vorkosigan-. Usted es el nieto del general Conde Piotr Vorkosigan, verdad?
Ah. Historia, sн, pero antigua…, no reciente. Miles se relajу.
— Cierto, cierto.
— Yo soy, en cierto modo, su oponente. Mi abuelo fue el ghemgeneral Yenaro.
— Ah, el malogrado comandante de la…? Cуmo la llaman ustedes? La… Expediciуn a Barrayar? El Reconocimiento?
— El ghemgeneral que perdiу la Guerra de Barrayar — dijo Yenaro con toda claridad.
— Pero Yenaro, le parece necesario abordar este tema? — dijo lady Gelle.
Entonces, esa mujer querнa oнr el final de la historia de Ivбn? En serio? Miles habrнa podido contarle una mucho mбs graciosa, ambientada en la йpoca de maniobras de entrenamiento, cuando Ivбn habнa guiado a sus hombres directo hacia una zona de barro pegajoso. Se hundieron hasta la cintura y despuйs hubo que sacarlos a todos con una grъa— flotante…
— No estoy a favor de la teorнa heroica del desastre — dijo Miles diplomбticamente-. El general Yenaro tuvo la desgracia de ser el ъltimo de cinco ghemgenerales que perdieron la Guerra de Barrayar y, por lo tanto, heredу todas las culpas.
— Ah, muy bien expresado — murmurу Ivбn.
Yenaro tambiйn sonriу.
— Si no entendн mal, esa cosa en el vestнbulo es suya, verdad, Yenaro? — preguntу la chica, en un claro intento de cambiar de tema-. Un poco banal para su gente, no? A mi madre le gustу.
— Es sуlo una pieza prбctica. — Una inclinaciуn irуnica de cabeza para esa crнtica velada-. A los marilacanos les encantу. La verdadera cortesнa considera los gustos del receptor. Tiene algunos niveles de sutileza que sуlo se aprecian cuando se camina por dentro.
— Creнa que estaba especializado en concursos de perfumes.
— Estoy ampliando mis intereses. Aunque sigo pensando que el olfato es un sentido mбs sutil que la vista. Cuando quiera, le prepararй una mezcla de perfumes, milady. Ese civeto— jazmнn que lleva hoy no combina bien con el estilo formal de los tres niveles de su vestido. Bueno, no deberнa decirlo, supongo que usted ya lo sabe…