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Lo menos que yo hice fue cocinar, parrillaba langostas, camarones y bistecs de res y cochino. Pollo se vend'ia bastante, lo mismo crudo que frito. Otra cosa que compraban mucho, yo dir'ia que lo que m'as compraban era ron Havana Club, me imagino que para despu'es revenderlo en la Yuma y tambi'en cocos, panes galletas. Aquello era una locura, ni por las noches ten'iamos descanso. Yo pude salir si acaso unas seis veces a la casa a dormir un rato, entonces era cuando aprovechaba y escondidos dentro de unas pi~nas, que calaba previamente por debajo, sacaba mis fajitos de d'olares y pesos. En ese tiempo un d'olar se vend'ia en bolsa negra a cuatro o cinco pesos.
Yo me pas'e la mayor parte de ese tiempo, casi dos meses, pr'acticamente anestesiado, me met'ia una botella y pico de ron al d'ia y no era tanto por el gusto de tomar por tomar, sino para aliviar el cansancio. All'i perfeccion'e un poco mi ingl'es, porque aunque casi todos los clientes eran cubanos yo aprovechaba para sacar guara con ellos y les preguntaba el nombre de las cosas que compraban, y c'omo se dice esto y c'omo se dice lo otro. Aquello era un para'iso mar'itimo, nunca podr'e olvidar aquel tiempo. Los que si dicen que tuvieron que mam'arsela como el chivo eran los escorias que se iban. Los ten'ian concentrados en unas 'areas grandes alambradas y dicen que las pi~naceras que all'i se formaban eran del carajo pa’lante. Por una caja de cigarros se lleg'o a pagar all'i hasta cien pesos. Yo conozco gente, de los vecinos del lugar, que se hicieron pr'acticamente ricos en un par de meses revendiendo cosas.
Cuando se acab'o todo me met'i casi una semana durmiendo, me levantaba nada m'as que a comer y a mear. Estaba prieto que parec'ia un carb'on.
De inmediato con los fondos ingresados me dediqu'e a poner cuqui el apartamento, arregl'e y pint'e las puertas, paredes y ventanas, compr'e manteles, cortinas, una nueva tasa sanitaria y un lavamanos, tambi'en una cocinita de gas, un aire acondicionado y un televisor Caribe new paquet.
Me quedaba una buena porci'on de dinero todav'ia y aspiraba en breve a comprarme una moto Riga, que no ser'ia gran cosa, pero gastaban poca gasolina y serv'ian para moverte a cualquier lugar. Eso era lo que pensaba, pero no s'e porque a m'i, y me imagino que a todo el mundo le pase igual, siempre que tengo un proyecto casi cuadrado en la mente se me va al piso. Cuando yo digo que el Destino es lo m'as grande del mundo.
Hab'ia ido una tarde a ver una pel'icula cubana que estrenaban en el cercano cine “Payret” y cuando salgo de all'i, ven'ia con la vista gacha encendiendo un cigarro y miro para el frente del Capitolio veo una gente conocida. El coraz'on me dio un brinco, no pod'ia ser. Aguc'e la mirada y aun as'i me parec'ia que estaba so~nando. Mis pies, creo que sin que el cerebro se lo ordenase ya me estaban acercando a ella. No me hab'ia visto y cuando le habl'e, bajito por la duda de estar equivocado, la voz me sali'o gruesa y era por el nerviosismo
_ !?Bety?!
Se volvi'o poni'endose al mismo tiempo las manos en la cabeza.
_Pero Rey, si t'u me has ca'ido del cielo, mi Patico_ y al momento comenz'o a llorar emocionada.
S'i, era mi Bety, la rubita alocada de aquellas noches camag"ueyanas.
_Pero muchacha, ?qu'e t'u haces aqu'i? Yo te hac'ia en Rusia !C'almate! Ven, vamos a conversar.
Sentados en la escalinata del Capitolio me pas'o todo el casete. Cuando abord'o el barco para Odesa deb'ia haber ca'ido con la menstruaci'on desde una semana antes, pero no le dio mucha importancia al asunto pensando que el nerviosismo por el viaje era el culpable del atraso. Le ayud'o a corroborar la idea de que no estaba embarazada, el hecho de que fue una de las que menos vomit'o a causa de los mareos en el viaje, que dice que entre hembras y varones hizo estragos debido al mal tiempo que los acompa~n'o.
Llegaron a Odesa despu'es de veinti'un d'ias de navegaci'on y nada de regla, llegaron a Tula la ciudad donde iban a estudiar y nada, pas'o otro mes y empez'o a preocuparse seriamente, pero no fue al m'edico. Me cont'o que all'a los servicios de salud eran un desastre, olv'idate de lo que publican en Sp'utnik, me dijo que aquello hab'ia que verlo para creerlo. En definitiva cuando fue y le corroboraron que ten'ia casi tres meses y que no se lo pod'ian sacar decidi'o continuar fingiendo, pues sab'ia que estaba prohibido estrictamente a las estudiantes salir embarazadas. Se le ocurri'o ponerse una faja y como estaban a fines de oto~no y en el invierno los largos y gruesos abrigos que deb'ian usar le escondieron la barriga pudo seguir ocultando el hecho hasta que ya en febrero, con siete meses, la bomba explot'o. Se enter'o el representante de los alumnos, despu'es el jefe de la oficina, luego otro funcionario de la embajada, hasta que decidieron enviarla de regreso a Cuba.
La madre, que hab'ia sido informada de todo, le prohibi'o viajar en aquel estado a Camag"uey para evitar el qu'e dir'an de los vecinos y la pena, y le orden'o quedarse en la capital en casa de una t'ia hasta que pariera y despu'es ver qu'e soluci'on se le daba a todo. Ahora el beb'e ten'ia un a~no y tres meses de nacido. Mi beb'e, as'i me lo hizo saber, jur'o y perjur'o que desde que Ricardo la dej'o por la profesora en marzo del a~no anterior s'olo hab'ia tenido relaciones sexuales conmigo. Adem'as el c'alculo que hicimos de los nueve meses de embarazo y la edad del ni~no coincid'ia totalmente. Se parece a ti, deja que lo veas, me dijo riendo emocionada.
Realmente la noticia lejos de asustarme me alegr'o, quer'ia poner en orden mi vida y ahora recibir as'i de sopet'on, a m'i que extra~namente llevaba una vida sexual demasiado pac'ifica, a un hijo ya nacido y una esposa joven y bonita me pareci'o en verdad un regalo de Dios. Ah'i mismo se lo hice saber, que lo asum'ia todo, que se considerara casada informalmente hasta que lo hici'eramos ante un notario. Me dio mucha l'astima cuando me cont'o la cantidad de veces que hab'ia so~nado con este encuentro, para m'as desgracia hab'ia perdido mi direcci'on y no imaginaba siquiera como podr'ia localizarme. Un poco apenaba me coment'o que al ni~no le hab'ia puesto mi nombre. Me atrev'i y la bes'e levemente, pero ella, parece que por la emoci'on y tanta desesperaci'on acumulada respondi'o con una succi'on prolongada que casi me deja sin aliento.